Una llamada al amor
(meditación 18, del Libro Una llamada al amor de Anthony de Mello)

"¿Qué es el amor? Fíjate en la rosa: ¿puede acaso decir la rosa: "Voy a ofrecer mi fragancia a las buenas personas y negársela a las malas"? ¿O puedes tu imaginar una lámpara que niega sus rayos a un individuo perverso que trate de caminar a su luz? Solo podría hacerlo si dejara de ser una lámpara. Observa cuán necesaria e indiscriminadamente ofrece el árbol su sombra a todos, buenos y malos, jóvenes y viejos, altos y bajos, hombres y animales y cualquier ser viviente... incluso a quien pretende cortarlo y echarlo abajo.  Esta es, pues, la primera cualidad del amor: su carácter indiscriminado.

Observa el maravilloso cambio que se produce en ti cuando dejas de ver a los demás como buenos y malos, como justos y pecadores, y empiezas a verlos como inconscientes e ignorantes. Debes renunciar a tu falsa creencia de que las personas pueden pecar conscientemente. Nadie puede pecar  "a conciencia".
En contra de lo que erróneamente pensamos, el pecado no es fruto de malicia, sino de ignorancia. "Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen..."
Comprender esto significa adquirir esa cualidad no discriminatoria que tanto admiramos en la rosa, en la lámpara, en el árbol..

La segunda cualidad del amor es su gratitud. Al igual que el árbol, la rosa  o la lámpara, el amor da sin pedir nada a cambio. ¡Cómo despreciamos al hombre que se casa con una mujer, no por las cualidades que ésta pueda tener, sino por el dinero que aporta como dote...! De semejante hombre decimos con toda razón, que no ama a la mujer, sino el beneficio económico que ésta lo procura. Pero ¿acaso tu amor se diferencia algo de este hombre cuando buscas la compañía de quienes te resultan económicamente gratificantes y evitas de quienes no lo son; o cuando te sientes positivamente inclinado hacia quienes te dan lo que deseas y responden a tus expectativas, mientras abrigas sentimientos negativos o mera indiferencia hacia quienes no son así? De nuevo, solo necesitas hacer una cosa para adquirir esa cualidad de la gratitud que caracteriza al amor: abrir tus ojos y mirar. El mero hecho de mirar y descubrir tu presunto amor tal como realmente es, como un camuflaje de tu egoísmo y tu codicia, es esencial para llegar a adquirir esta segunda cualidad del amor.


La tercera cualidad del amor es su falta absoluta de auto-conciencia, su espontaneidad. El amor disfruta de tal modo amando que no tienen la menor conciencia de sí mismo. Es lo mismo que ocurre con la lámpara, que brilla sin pensar si beneficia o no a alguien; o con la rosa, que difunde su fragancia simplemente porque no puede hacer otra cosa, independiente de que haya alguien o de que deje de haber alguien que disfrute de ella; o con el árbol que ofrece su sombra. La luz, la fragancia y la sombra no se producen porque haya alguien cerca, ni desaparece cuando no hay nadie, sino que, al igual que el amor, existen con independencia de que alguien se beneficie o no de ellas. Por tanto, no tiene conciencia de poseer mérito alguno o de hacer bien.

Y la cuarta y última cualidad del amor es su libertad.
En el momento en que entran en juego la coacción, el control o el conflicto, en ese mismo momento muere el amor. Fíjate como la rosa, el árbol y la lámpara te dejan completamente libre. El árbol no va a hacer el menor esfuerzo  por arrastrarte a su sombra cuando corras el riesgo de sufrir una insolación; y la lámpara no va ensanchar su haz de luz para que no tropieces en la oscuridad. En cambio, piensa por un momento en toda la coacción y el control por parte de los demás a que tú mismo te sometes cuando, para comprar su amor y su aprobación o, simplemente, por no perderlos, tratas tan desesperadamente de responder a sus expectativas. Cada vez que te sometes a dicho control y a dicha coacción, destruyes tu natural capacidad de amar, porque no puedes de dejar de hacer con otros lo que permites que otros hagan contigo. Observa y comprende, pues, todo el control y la coacción que hay en tu vida, y verás cómo se reducen a y empieza a brotar la libertad. En definitiva,
"libertad" no es más que otra palabra para referirse al amor."