Un hijo especial, una experiencia compartida

A través de mi camino he podido ver distintos milagros, es un milagro aceptar nuestra realidad sea cual sea, sin llevar conflictos en el corazón aunque en el cuerpo y en el alma haya dolor y enfermedad. Es un milagro saber rezar aún en la más dura de las adversidades. Es un milagro cambiar y transformar una realidad dura, egoísta y desobligada en otra donde hay generosidad, perdón y amor. Es un milagro que cuando la vida nos quita todo, aún sigamos dando pedacitos de alma con una sonrisa y con perdón a otros quienes siguen creyendo que el milagro consiste en que Dios nos debe dar más exigiendo que se cumpla nuestra voluntad, en lugar de transformarnos en milagro para cambiar un poco la historia.

No sé qué giro hubiera tomado mi vida si mi hija hubiera nacido sin el síndrome que la marcó para siempre. Lo que si se es que mi vida sería menos significativa, se que no tendría el valor que tiene ahora. Me queda claro que cada uno tenemos un destino en particular y que existe una razón poderosa para ello. Venimos a este mundo para que por medio del crecimiento y la purificación podamos llegar a nuestro destino final que es Dios y la felicidad total, encuentro un gran consuelo en saber que sólo estamos de paso por esta vida.

Hay cosas que se transmiten o adquieren con el ejemplo y la congruencia como los valores que obtenemos desde nuestra infancia y que forman parte de lo que ahora somos, otras experiencias tienen que vivirse para que puedan ser comprendidas y superadas como son los desafíos y pruebas duras de la vida.

Y es a ti, que tienes un hijo especial, que quisiera poder darte una fórmula para mitigar tu dolor tu camino hacia la luz, más aún si te encuentras en la etapa de la negación, si tu hijo es pequeño o aún no te llega la aceptación total. Se lo que debes estar sintiendo pues yo lo viví,  pasé por esa etapa y fue muy dura, puedo identificarme contigo, es cuando veo a personas como tu que recuerdo lo que estás viviendo.

En mi experiencia de madre, en un principio, en medio del dolor no hubo espacio para los consejos, el estado en que me encontraba no me permitía digerirlos, por un oído me entraban y me salían por el otro. Peor aún, sentía que no eran capaces de entenderme, comprenderme. ¿Qué podrían saber los demás del dolor que yo estaba experimentando? Sin embargo existe un mañana en el que podrás tener una vida, donde tendrás un espacio para la felicidad. Tampoco puedo decirte que con la aceptación te olvidarás del dolor y el sufrimiento ya que las adversidades te acompañarán, permanecerás en esa batalla que te tocó vivir pero la vida te dará las armas necesarias para sobrevivir y defenderte, adquirirás un valor especial con lo que vivas y tendrás las fuerzas necesarias para salir a flote, recibirás grandes recompensas de lo que ahora es tu dolor, tu tragedia, tu pena.

No existe una fórmula mágica, necesitaras vivir tu propio dolor, enfrentártele para que a su tiempo y por medio de tus experiencias aprendas a vivir de una manera distinta. No pierdas la esperanza, aunque ahora tu vida se vea sumergida en la peor de las tragedias, en medio de la oscuridad, se que podrás ver la luz que tanto anhelas y necesitas, solo dale tiempo al tiempo y tu herida irá sanando hasta que llegue el día en que cicatrice. Esa cicatriz será un testimonio fiel de tu lucha constante de tu amor por tu hijo. Te llegarán recompensas invaluables, podrás abrazar a tu hijo sin temor, sintiendote pleno y sabras que a pesar de todo valió la pena tenerlo. Tu hijo, ese ser tan necesitado de tu amor y comprensión sabrá devolver gota a gota cada lágrima que derramaste, con extraordinarias dosis de su amor, su pureza y transparencia de alma.

Veo en un ser especial un ser perfecto en su interior, en él no existen telarañas ni distorsiones, es auténtico, sin dobles intenciones, en él no cabe la maldad. Si pudiéramos tener un poquito de lo que hay en su interior tendríamos un mundo mejor.

En cuántas ocasiones después de ver un cuerpo o una mente con limitaciones hemos pensado o sentido que son inferiores a nosotros y no advertimos que son precisamente esas limitaciones las que hacen de ellos seres especiales y generosos que sólo saben dar su amor a cualquiera.

Cuántos de nosotros tenemos limitaciones en el corazón, calculamos, abusamos, odiamos, envidiamos, castigamos, somos injustos y esto no nos hace mejores seres humanos sino peores.

Las personas especiales no hacen distinciones, de igual manera se dan al poderoso como al humilde, al bondadoso que al mal intencionado. ¡Sí! Son diferentes a nosotros, pero no menos. Están muy por encima de nosotros, son ellos quienes están más cerca de Dios y de la verdad por lo que llevan en su alma, sus limitaciones hacen de ellos seres espirituales. Dios les dio ciertas limitaciones pero los compensó con un amor ilimitado y es precisamente porque llevan la belleza por dentro.

Tomado del libro "Un hijo especial (SMS). Una experiencia compartida"
Lupita González. (www.sms.org.mx)
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