El capullo del gusano

Dos gusanos vivían en un árbol frondoso. En un momento dado, uno de ellos,
movido de un fuerte impulso interior, comenzó a encerrarse en un capullo de
seda. Hasta ese momento los dos habían sido grandes amigos.

-¿¡Qué estás haciendo!? - gritó espantado su compañero- ¿Te has vuelto loco?

El impulso era tan fuerte que el gusano no respondió. Era un gusano que se
emocionaba con facilidad cuando hacía algo nuevo.

-¿Ya has pensado lo que eso significa?
- siguió su compañero, que era mucho más reflexivo y prudente
- ¡vas a aislarte del árbol!  ¿Y las jugosas hojas que estás dejando? ¿Y los
nuevos brotes del tallo central? ¡No podrás comer ni moverte por el árbol si
te
encierras ahí!

Dado que su compañero no respondía, el orador decidió buscar apoyo moral en
los
demás gusanos y trajo unos cuantos junto al capullo de seda, que ya estaba
por
terminarse.

- ¡No cierres aún, espera!
Y escuchó al coro de gusanos que decía: "mira lo que dejas, mira lo que
dejas..." pero se encerró tras la seda, pues el impulso era muy fuerte y no
podía explicarlo.

Los gusanos se quedaron mirando la cápsula de seda y pasaron toda la tarde
comentando el suceso. "Se volvió loco", decían. "¡Qué aburrida debe ser la
vida
ahí dentro!", y "¡mira lo que se está perdiendo!, ¿A quién le cabe en la
cabeza
despreciar un árbol tan frondoso?... ¿tú te encerrarías ahí?... ¡con lo
simpático y joven que era!"

Después de un tiempo encontraron el capullo roto y vacío. No supieron qué
pensar, así que decidieron mantener sus opiniones y seguir mascando hojas y
ramitas sin volver a tocar el tema del capullo de seda.

Mientras tanto una mariposa hermosísima se alejaba del árbol volando hacia
el
atardecer.

¿Qué importa ir contra corriente si el fruto de tu decisión te transforma en
lo
que siempre soñaste sin saberlo?